viernes, 10 de agosto de 2012

Dieguez Fridman Arquitectos, Local Ayres



Ubicación: El Salvador 4661, Buenos Aires, Argentina
Cliente: AYRES
Proyecto y Dirección: Dieguez Fridman Arquitectos & Asociados
Equipo: Arq. Tristán Diéguez, Arq. Axel Fridman, Arq. Leonardo Buffa, Arq. María Carranza, Arq. Daniel Natale, Arq. Jazmín Zang, Ana Sol Smud, Rosario Guiraldes.
Calculo Estructural: Ing. Sebastián Berdichevsky 
Iluminación: Arq. Pablo Pizarro 
Diseño Industrial: DI Martin Wolfson, DI I’Hsiu Chen 
Equipamiento: NET 
Empresa Constructora: Ing. Javier Ferreyra Ordoñez / SERING
Año: 2009


El proyecto busca reproducir sensaciones del espacio urbano en el interior del local: la posibilidad de sorpresas, de encuentros inesperados, de contrastes y de espacios que cambian de acuerdo a la perspectiva. Así como la ciudad es percibida en movimiento y ofrece en cualquier trayecto múltiples sorpresas entre un punto de partida y otro de llegada, el local cambia al desplazarse de un lugar a otro. El movimiento no es horizontal o vertical sino una combinación permanente de ambos. Las funciones específicas del local tales como probadores, cajas, lugares de exposición y depósito son tan importantes como la distancia y el espacio que los separa. Tal como sucede en una condición urbana, las relaciones que se establecen entre las partes son más importantes que las partes en sí mismas.

El concepto inicial es un objeto blanco y brillante de forma cambiante que se despliega dentro de una caja formada por las paredes, el piso y el techo. Los materiales (barrisol brillante y un revoque rugoso) y la geometría se combinan en un juego de contrastes entre lo luminoso y lo oscuro; entre lo liso / brillante y lo rugoso / imperfecto y entre las diagonales y las líneas paralelas.








Distintos elementos del local producen sorpresa al alejarse del modelo tradicional. El piso no es un único plano sino una combinación de escalones y rampas y de distintos materiales. Lo mismo sucede con el techo, difícil de identificar entre los pliegues de la rampa que se vuelve cielorraso. Al ingresar no se ve toda la ropa ni todo el espacio, sino que ambos se van descubriendo a medida que se recorre. Al mismo tiempo se encuentran las colecciones, se descubre un patio con gradas oculto desde el frente. Los probadores forman un laberinto de espejos en el que la ropa puede verse desde ángulos inesperados, transformando la experiencia de probarse una prenda en un juego de imágenes del que participan las compradoras, los productos y el espacio.
El diseño de los detalles acompaña el concepto general del local. A través de la colaboración con diseñadores industriales e iluminadores, se proponen sistemas diferentes para exponer y destacar las distintas líneas de prendas.
La fachada de zinc busca en un mismo gesto adaptarse a los frentes de las casas vecinas respetando sus alturas, e introducir un nuevo material al paisaje urbano de Palermo Soho. Las diagonales en las que se despliega son una sugerencia del espacio que encierra y una invitación a descubrirlo.










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