viernes, 14 de marzo de 2014

“Tiny House”: ¿Es más Sustentable vivir a pequeña escala?



Tiny House es un movimiento social que promueve reducir en un gran porcentaje el espacio construido en el que vivimos. La superficie promedio de una casa en Estados Unidos –según el movimiento- es de alrededor de 240 metros cuadrados, mientras que la idea de estas “casas-diminutas” es llegar a un máximo de 50 m2. Se propone una gran flexibilidad en la forma de vivir, pero siempre concentrada en espacios más pequeños y en consecuencia, en una vida más sencilla y abierta hacia el espacio público.
Mientras más grande es una casa, más costosa es en términos de construcción, impuestos, calefacción, mantención y reparación. Por este motivo, una gran cantidad de personas se han sumado a esta ideología, ya que además de gastar mucho menos, pueden reducir su huella ecológica y tener más libertad para moverse y cambiar de ciudad.
Parece de sentido común que cada familia –según su número de integrantes y necesidades- viva en un espacio de proporciones justas, pero este ideal arquitectónico parece funcionar sólo cuando se piensa en viviendas sociales o refugios temporales para enfrentar emergencias.
¿Es ésta una alternativa efectiva para vivir de manera sustentable? ¿Estamos dispuestos a cambiar nuestro estilo de vida (y nuestras aspiraciones…) en favor de estos beneficios?

Según el estudio de “Tiny House” (y creemos que esto se replica en gran parte de los demás países), la mayoría de los estadounidenses gasta casi un tercio de sus ingresos en pagar un arriendo o el dividendo de sus casas, lo que se podría traducir en 15 años de trabajo sólo para pagar este ítem. Muchas de ellas son, en tamaño, excesivas para lo que sus grupos familiares realmente necesitan.

Este sistema propone una alternativa más económica en todos los sentidos y que no necesariamente tiene que ceder en su comodidad o en la calidad del espacio. La propuesta invita a construir en base a configuraciones espaciales interiores de doble propósito y muebles multi-funcionales, además de incorporar avances tecnológicos para el ahorro del espacio. La optimización del espacio en vertical es también una característica que se repite en las mini-casas.

Además de incorporar los conceptos de la autosuficiencia y el reciclaje de materiales, el movimiento sugiere una adaptación a un nuevo tipo de ciudadanos-nómades, que ya no quieren anclarse de por vida a un sólo lugar, sino que están dispuestos a moverse en busca de nuevas oportunidades o un mejor ambiente para que crezcan sus hijos. En este caso aparecen soluciones móviles a modo de casas rodantes u otras que pueden ser trasladadas fácilmente a través de camiones.
Esto podría también generar externalidades positivas a nivel urbano, al obligar a las personas a ocupar en mayor medida los espacios públicos, generando lazos con sus vecinos y potenciando la vida en comunidad, el intercambio de conocimientos y la colaboración mutua. Esto propone sin duda, un desafío interesante para nosotros como arquitectos… y nos encontramos con algunos exitosos ejemplos construidos en viviendas prefabricadas, refugios temporales o en algunas obras de la arquitectura japonesa.
Si nos proponemos diseñar espacios pequeños de buena calidad y lo suficientemente flexibles para permitir una vida cómoda en su interior, ¿Podríamos ser los impulsores de un cambio de mentalidad que permita habitar de manera más eficiente y sustentable nuestras ciudades?


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