jueves, 5 de abril de 2012

Toyo Ito Express, Torre de los Vientos, Yokohama






Fue proyectada hace 20 años, pero es una arquitectura fuertemente innovadora que, por las soluciones formales y la tecnología empleada, revela toda la contemporaneidad de las obras del siglo XXI: la Torre de los Vientos es una de las obras más famosas de Toyo Ito que, precisamente por esta intervención, recibió el Edwin Guth Memorial Award of Exellence 1987 de la America's Illumination Engineering Society, un prestigioso reconocimiento que reconoció el fuerte valor simbólico de esta obra en el contexto urbano en el que se está integrada.


No se trataba de una proyectación ex-novo, sino de una intervención sobre la preexistente torre de cemento armado, construida en los años 60, que se usaba como depósito de agua para la instalación de acondicionamiento del centro comercial situado abajo.
La decisión de "repensar" esta estructura nació coincidiendo con el 30° aniversario del nacimiento de la estación Nishi-guchi de Yokohama, en las proximidades de la cual surge la torre.

Entre las diez propuestas presentadas por arquitectos y diseñadores, fue elegida la de Toyo Ito, que preveía transformar la anónima construcción en un fuerte signo urbano, utilizando la luz como elemento dominante.
Más exactamente, no se intervino en la estructura, ya que la intervención, poco invasiva, consistió en revestir el edificio con una serie de losas reflectantes, para luego integrarla en un cilindro de aluminio. Justo en el espacio que quedó entre los paneles de aluminio y la superficie de la torre, fueron insertadas luces.
El efecto era realmente original, ya que además del volumen de la torre y a su perfil monolítico, se entreveía la parte reflectante. Pero el espectáculo era sobre todo nocturno, cuando las luces y los anillos de neón transformaban la Torre de los Veinte en una arquitectura de luz. 



Hoy la antigua torre ya no existe, ya que fue demolida a finales de los años 90, pero fue un auténtico icono urbano, no por sus 21 metros de altura, sino por la particularidad de los efectos de luz que irradiaba hacia la ciudad.
El sistema de iluminación era controlado por 2 ordenadores que modificaban la intensidad y la dirección de las diversas fuentes, en base a la luz natural, a las condiciones atmosféricas, a la velocidad del viento y a los ruidos procedentes del exterior.
La intención de Toyo Ito era sobre todo la de mantener viva la relación con la ciudad, incluso por la noche, haciendo que el edificio no se "apagara", sino que continuase dialogando con el entorno, incluso en ausencia de luz natural.
Una solución, por tanto, fuertemente innovadora en aquellos años, en línea con el nuevo modo de concebir la luz: no sólo como elemento funcional, sino como parte integrante de la arquitectura y del proyecto, elemento expresivo y connotante, de grandes potencialidades. 










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