Los jóvenes diseñadores australianos Nic Gonsalves y Nic Martoo, de la oficina de arquitecturaConrad Gargett Riddel, han ganado recientemente un premio internacional por su innovador diseño de refugios de emergencia para las víctimas de desastres naturales y provocados por el hombre. A través de la facilidad de fabricación -sin herramientas mecánicas-, el diseño proporciona un espacio con capacidad para dos ocupantes y sus pertenencias, entregándoles la posibilidad de controlar las relaciones con el mundo exterior a través de una piel flexible de tejas sólidas, translúcidas y transparentes.
Los desastres naturales causan mucho más daño que el daño material visible y la destrucción de los bienes de los que viven en las zonas afectadas. Se recuerda en las víctimas la fragilidad de la existencia humana, lo que produce una dura recuperación emocional frente a una pérdida de confort, seguridad y control sobre su entorno.
El refugio se ha concebido como un refugio que devolverá a las víctimas una sensación de control, facilitando el proceso de recuperación a través de su poblamiento. Las ideas centrales detrás del diseño del refugio son: facilidad de montaje sin maquinarias; elevación sobre el nivel del suelo; proporcionar un lugar para los ocupantes y sus pertenencias; capacidad de controlar las relaciones con el mundo exterior; flexibilidad para permitir la personalización para aumentar el sentido de pertenencia; y la capacidad de transporte y reutilización.
El diseño emplea una solución de paquete plano usando un simple kit de piezas. El refugio está diseñado como un cubo de modo que cada cara vertical es idéntica, lo que resulta en una secuencia de montaje repetitivo. Cada cara se compone de una cuadrícula de intersección de elementos de madera contrachapada, que consta de sólo dos componentes repetidos. Cada cara se monta a través del proceso de entallar estos elementos de madera. Las seis caras de entrelazan a través de ranuras para formar un cubo. Un taco de madera fijado por pernos en cada extremo sujeta el cubo en su conjunto.
El refugio se levanta sobre siete soportes que se montan a través de un proceso similar. Esto crea una separación física entre el refugio y los escombros de una zona de desastre. El techo se compone de una membrana de plástico transparente para permitir el ingreso de luz natural. El refugio está cerrado con una piel de madera y tejas de plástico. Agujeros pre-perforados en los elementos horizontales permiten que las tejas se enganchan en la estructura.
La piel flexible puede ser desenganchada, reordenada y abierta, lo que permite al ocupante personalizar su vivienda en función de sus necesidades individuales, y volver a configurar las condiciones con el paso del tiempo. El ocupante es capaz de controlar el nivel de compromiso con el mundo exterior a través de la disposición de tejas de sólidas, translúcidas y transparentes, y el grado en el que se abren para la ventilación del interior. Esta disposición también permite que el ocupante exprese su individualidad, aumentando el sentido de propiedad. Las tejas han sido dimensionadas para ser lo suficientemente ligeras; hasta un niño puede ayudar en su armado. Internamente, la estructura se convierte en una pared de estanterías que proporcionan un hogar para las pertenencias recuperadas.
La ausencia de fijaciones mecánicas permite que el refugio pueda ser completamente desmontado y reconstruido con facilidad. Toda la vivienda utiliza menos de un metro cúbico de material y puede ser transportado fácilmente en un pequeño vehículo. La intención de diseño es la de devolver un sentido de control para el ocupante y facilitar el proceso de recuperación a través del acto de la estancia y permanencia en la zona previamente habitada.
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